Alejandro Abaurre, ex jugador de Godoy Cruz, visitó Bodegue TV y comentó sobre su recordado gol para mandar al Argentino A a Independiente Rivadavia, su paso por el club y el afecto del hincha.
El 9 de abril del 2002, el Bodeguero se enfrentó a La Lepra y la envió al descenso con gol del Cachorro: “Más allá del nerviosismo y lo que significaba ese partido, por suerte se ganó y se disfrutó. Pero fue solamente ese momento porque después quedaron un par de batallas más durísimas”. Además, agregó: “Lo viví como todo clásico y a eso hay que agregarle el momento en el que estábamos pasando. Todo estaba potenciado. Era una cuestión de ellos o nosotros. Los dos estábamos complicados”.
Respecto al rendimiento del equipo en el Torneo Clausura de ese año y la posibilidad de bajar de categoría, señaló: “ No teníamos otra opción. Era salir primeros para no descender. La anteúltima fecha la jugamos contra Almagro y perdimos 4 a 3. Si ganábamos ese partido, más la victoria contra Independiente Rivadavia, íbamos a San Juan clasificados y sin pelear por el descenso. Eso no pasó”.
Sobre el empate 2 a 2 frente a San Martín de San Juan, el goleador y héroe de ese encuentro recordó que una vez que finalizó el partido tuvieron que esperar a que termine el de El Porvenir contra Atlético Rafaela: empate 2 a 2 y descenso para El Porve. Godoy Cruz mantenía la categoría: “El vestuario fue una fiesta”.
“Uno tenía que tratar de ir perfeccionando. Yo en eso soy bastante ofensivo. En los trabajos de definición pensaba dónde estaría el segundo palo. Vas buscando muchas alternativas que probas durante el entrenamiento porque eso después es lo que se reproduce en un partido”, comentó Abaurre sobre cómo se preparaba para los encuentros.
El pueblo bodeguero no se olvida de su importante paso por la institución y se lo hace saber con muestras de cariño: “Agradezco el afecto de la gente. Uno cuando lo recibe es como una inyección de ánimo y de alegría. He hecho muchas cosas en el club con el corazón y las volvería a hacer siempre porque uno es hincha. Toda mi vida pasaba por ahí. Verte con los colores y la camiseta puesta te ponía la piel de gallina”.
En esa camada, la unión se hizo presente: “Había mucho compromiso. Eso fue generando una mística. Nos veíamos tres veces y nos saludamos como si nunca nos hubiésemos visto. La necesidad y las ganas fueron creando un vínculo”.
Entre las personas dentro de la institución que lo marcaron se encuentra Alberto Garro: “Era como un padre. Me agarró un día y me llamó la atención porque yo iba a jugar papi fútbol y él se enteró. Me dijo que si quería estar con la primera iba a tener que ser grande, si quería seguir haciendo esas cosas que vuelva a mi categoría. También me enseñó a jugar sin pelota. Iba media hora y me ponía a patear contra la pared. Él te iba formando”.
En el 2005, Abaurre retorna al Bodeguero. Venía de jugar en Gimnasia y Esgrima de Jujuy, pero llegaba con un problema: “Cuando volví al club sabía que no iba a jugar más por mi lesión, una que oculté porque sino no me iban a dejar volver. En plena pretemporada en mi ex club tuve una de las lesiones más graves en mi rodilla y me callé. Me operé, jugué la final con el equipo y vine al Tomba. Llevaba un mes de operado y sabía que no estaba en las mismas condiciones de todos. Había vuelto porque quería ascender ya que seguramente iba a ser mi última vez. Ahí siento que me avoqué más en apoyar al grupo y fue la primera vez que me sentí importante sin jugar”.
El Cachorro hizo un repaso por algunos de sus tantos más destacados en el Expreso: “Tuve la suerte de hacer el gol que mandó a La Lepra al descenso, en San Juan el que nos salvó y el de Juventud que nos hizo despegar de Almagro para salir campeones”.