La palabra “ídolo” le cabe a pocos. Y quienes tienen el privilegio de cargar con ella, forjan su camino sin saberlo, sin esperar nada a cambio. Como quien espera el devenir del tiempo haciendo lo que mejor sabe. En el caso de Santiago García: hacer goles.
Llegó prometiendo diez tantos, que nunca fueron diez. El hincha fue testigo, de manera espontánea, de la construcción de un símbolo que, a día de hoy, representa la alegría de una parte importante de la estadía del club en la máxima categoría.
Morro García arribó a Godoy Cruz en 2016, y su paso por la institución culminó con 119 partidos y 51 goles. Gritos que, en muchas ocasiones, significaron la certeza y convicción de estar ante un gran presente.
La primera temporada que disputó fue una de las más importantes. Su primera anotación fue para poner al Tomba en igualdad ante Independiente y lograr sacar un punto. Junto a Jaime Ayoví, lograron hacer una dupla temible en aquél torneo que, de la mano de Sebastián Méndez, el Bodeguero peleó hasta el final.
Incluso, en esa temporada marcaría uno de sus goles más recordados: el bombazo de tiro libre ante San Martín de San Juan, que sirvió para que Godoy Cruz consiguiera la victoria.
En la temporada 2017-2018, como si no alcanzara, fue el máximo goleador del torneo. Allí también la situación era positiva, el Tomba de Diego Dabove supo combatir ante Boca el primer y segundo puesto.
Lo de Santiago García en el Expreso fue así, parte de la historia grande del club, más aciertos que caídas, y diez goles que nunca fueron diez.