Godoy Cruz volvió a ganar de local, algo que ya se le hizo costumbre en la última temporada. Esta vez fue 1-0 ante San Lorenzo y sobre la hora. Pero sigue dejando dudas.
Si vamos a hablar de números, no hay con qué darle. Ocho victorias consecutivas en Mendoza y cosechó 42 de los últimos 45 en juego allí. Además, de visitante solo perdió un partido en todo el año.
Pero en cuanto al juego, Diego Dabove todavía no le termina de encontrar la vuelta al equipo. Los refuerzos, los que se quedaron y los pibes que de a poco se suman, tratan de ganarse la confianza del técnico pero aún no lo logran.
Es que hoy en día, de mitad de cancha hacia delante son pocos los “Intocables”. Santiago García, Jalil Elías, Juan Andrada. El resto se pelea por tres puestos y todavía no conectan de manera correcta.
En el primer tiempo ante el “Ciclón”, Godoy Cruz volvió a jugar mal. Cedió la pelota, no presionó alto, dejó espacios atras, no generó peligro en ataque y no ayudo al “Morro” en su pelea contra los centrales.
Roberto Ramírez salvó al equipo en varias oportunidades y volvió a mantener la valla invicta. Lo hizo con la ayuda de los cuatro defensores, todos de gran partido.
Para la segunda etapa, Dabove no realizó modificaciones en cuanto a los jugadores, pero si lo hizo en cuanto a la idea. Se vio un equipo más convencido y con ganas de dejar los tres puntos en casa.
Si bien todavía no aparece ese buen funcionamiento en la mitad de la cancha, los desbordes de Abecasis y Angileri siguen siendo la clave del equipo. No necesitan que los demás estén enchufados para asistir a los delanteros con pases milimétricos.
Y es lo que hizo Fabrizio en el único tanto de la noche. El 21 estaba solo, contra tres defensores del “Cuervo”. Encerrado contra la línea y cayéndose al suelo. Así, desbordó y tiró un centro perfecto a la cabeza de Ávalos.
Por esa jugada se puede explicar la victoria del “Tomba”. Que no jugó bien colectivamente, pero siempre aparecen individualidades para salvarlo. Cuando no es el “Morro”, es Angileri, Ángel González, en su momento “Pol” Fernández.
Lo que sí se puede rescatar es la visión del entrenador en la segunda etapa. Mandó a la cancha a Henríquez y Burgoa y volvió a ganar la mitad del terreno. Ambos le dieron frescura al equipo y le dieron una inyección motivacional para ir a buscar el partido.
Después, puso a Ávalos para acompañar a García y esperar ese centro que al final llegó. Se hizo esperar, pero llegó. El ex Nueva Chicago no falló en la única que tuvo y marcó para estirar la racha del mejor equipo argentino en 2018.