Aunque ya a esta altura suene a frase trillada, hoy Godoy Cruz sigue escribiendo su historia, a lo grande, en páginas de alta calidad, bien gruesas, para el Capítulo de Oro que está viviendo. Es que por más de uno que lo haya soñado, imaginado o ansiado, quién iba a creer que íbamos a llegar a este lugar, un octavo de final de la Copa más ansiada por todo el continente.
Hoy cruzaron la frontera alrededor de 25 micros, 140 autos, sumado a quienes viajaron por avión, y a aquel que se fue a dedo o pateando, más de dos mil corazones esperanzados coparon Porto Alegre, a puro canto, fernet y asado. Te erizaba la piel, y piantaba el lagrimón ver esa sonrisa que pasaba las orejas de cada hincha bodeguero recorriendo tierras brasileras.
Este pueblo tombino ya demostró que va con el Expreso a todas partes, pasaporte o dni en mano y fila aduanera para llegar allá lejos a tierras internacionales a alentar, a gritar como loco, a vivir la locura que es ser hincha de un Tomba que siempre, siempre te va a dar que hablar y va a dejar callados a otros. Los bodegueros ya han dado la nota copando ciudades extranjeras con semanas de anticipación, preguntá en Quito, Belo Horizonte o Montevideo, la marea azul y blanca que se les instaló por días, esos corazones contentos, alentando desaforados, que hasta llegaron a sorprender a extraños, un 4 a 1 abajo en el Mineirao.
Acá no importa el resultado, ya jugar octavos era un abrazo al alma, algo jamás pensado hace pocos años. Se iba por la historia, para decir dentro de un tiempo a pecho inflado que allá estuviste, firme al lado del bodeguero para ser par de esa HISTORIA, que tomo aparte ya merece este 2017. Esta noche, no fue un equipo, fue un pueblo, el que se plantó en el Arena, este pueblo el que siempre va a seguir haciendo grande al Expreso.