SI hay jugadores que ya nacen con la estirpe de campeones, Rodrigo Rey debe haber sido de esa camada. El “1” del Expreso, capitán indiscutido y baluarte fundamental del equipo, nuevamente lo hizo. Se erigió más alto de lo que mide y gracias a esas “manos salvadoras”, nos trajo a la Bodega esa tan utópica clasificación.
Tanto en Copa como en el campeonato local, Rodrigo se ha vuelto el modelo a seguir, humilde como pocos, al sanafecino nunca le pesó el puesto y desde un comienzo ya fue marcando la cancha en cada partido que le tocó jugar. Histórico el flaco, tuvo intervenciones cruciales, sacó adelante partidos imposibles, y sobretodo le dio confianza y seguridad al resto del equipo para sumar adelante.
Pero el de hoy fue el más especial de todos, la página de oro en la enciclopedia bodeguera, esa atajada segundos, milésimas del final, definiendo lo que era el delirio o la ansiedad por esperar un poco más. El estar parado “justo ahí”, donde había que estar para romperle la esperanda a Palacios a todo paraguayo hincha de Libertad.
Si hay que sufrir para saborear victorias, lo corazones tombinos son expertos en la materia. Ayyyyyyyyyyy Rodrigo que la vida bendiga a tu madre y a tus reflejos, si supiera lo que significa para cada corazón bodeguero, si supieras que sos uno de los principales responsables por cada par de ojos llorosos de emoción, y de corazones taquicardeados de alegría, de gargantas rasgadas de desahogo. Si supieran lo que le han dado a este pueblo tombino, humilde pero guerrero.