Historia la que se sigue escribiendo, y alguna vez nos iba a tocar, la de ganar al fin en tierras extranjeras. Tuvieron que pasar seis años desde esa primera participación en Copa Libertadores cuando el Tomba cruzó por primera vez la aduana para disputar tan ansiado torneo internacional, en la que un histórico Peñarol nos plantó un 2 a 1 en un Centenario colmado de hinchas vestidos de azul y blanco, o de esa letal Liga que no nos dejó ni ilusionar, y nos terminó mandando a casa para despedirse de la Copa con un dos cero abajo, con aquel Jairo Castillo que no pudo mojar a pesar de que el Expreso merecía aunque sea desahogarse con un grito de gol. Ya había pasado el triunfo fuera de casa contra Independiente (3-1), pero faltaba ganar fuera del país.
Por el 2012 las cosas fueron parecidas, U de Chile fue contundente y marcó territorio para que volviéramos de Los Andes con las manos vacías, y de un desconocido Peñarol que nos dio vuelta un partido, a pesar de que ambos equipos ya no contaban con chances para pasar de la fase de grupos. Sin embargo, tras las derrotas y el empate con Nacional (2-2), alguna vez se tenía que dar.
Y así pasó, se dio y de qué forma, a puro huevo y empuje, el Tomba ganó por primera vez de visitante en otro país, una hojita más para la historia; con 2 a 1 agónico, bien al final como para tener acelerada la garganta y así poder explotar. Frente a un rival de excelente presente (Libertad no perdía desde octubre como local, que actualmente lidera las posiciones del torneo de su país).
Había que alterar la estadística, demostrar que este equipo puede, que las tres derrotas consecutivas en el torneo argentino no lo tiran abajo, y que a pesar de no ser favorito puede dar batacazos, y bien que esta noche los dio. Golpeó en el momento justo, bien al final como para desestabilizar anímicamente al rival, y conseguir un resultado que le permita ganar confianza y seguridad para lo que sigue. Otro recuerdo para guardar hoy.