En los primeros minutos, la presión alta de los dos equipos fue clave. Ninguno podía salir jugando cómodamente. River atacaba sobre el sector izquierdo, a espaldas de Sánchez y de Garro que se ubicaba por ese lugar. Mientras que el Tomba lo hacía por el lado derecho, basándose en el desequilibrio de González.
El planteo de Bernardi, era un 4-3-3 claro, con Olivarez retrasado en la mitad de cancha, acompañado de Gastón Giménez, y Nicolás Sánchez más adelantados. En la parte ofensiva, el punta era Javier Correa, encargado de bajar los rechazos de los defensores, y los extremos eran Ángel González por derecha, como es habitual, y Juan Fernando Garro por el lado izquierdo, con el objetivo de enganchar por dentro y dejar a los defensores a contra pierna. Un planteo extraño, ya que no se veía tres delanteros desde la era Heinze, que no fue para nada fructífera.
La defensa del Millonario, se adelantaba ante los ataques tombinos para dejarlos en fuera de juego, un método riesgoso, pero efectivo. A contrario de la defensa local, que estaba lenta y estática, se preocupaba por marcar sólo en zona. Producto de esto, fue el primer gol de River. Los jugadores se dieron cuenta y emitían pases filtrados que preocupaban a los defensores tombinos.
Párrafo aparte para la nueva posición de Sebastián Olivarez, que comenzó jugando de volante central, por detrás de los mediocampistas, y por delante de los defensores. Una nueva postura para él, pero inhabitual y poco funcional, ya que sobraba en la mayoría de las jugadas. Su esfuerzo, era grande pero no lograba asentarse en ese nuevo rol. En resumen, el sector central era todo de River, que llegaba con más gente y aprovechaba el vacío que había. Totalmente lógico, ante la falta de volantes centrales por natuleza, como Pol Fernández, Walter Serrano o Fabián Henríquez.
Al no poder salir jugando desde el arco, Rodrigo Rey optó por sacar siempre hacia la posición izquierda del terreno de juego, donde se encontraba Nicolás Sánchez. De tanto insistir, este levantó el balón para Garro, que peinó para que llegara habilitado Javier Correa. No dudo en rematar fuerte, lo que incomodó a Batalla y el rebote salió directamente hacia las redes. Empate por el momento.
En comienzo del segundo tiempo, Godoy Cruz le cedió la pelota a River innecesariamente, no conservaba el balón y solo se lo largaba a los atacantes, pero sin efecto alguno. La incorporación de Sánchez como volante central no se entendió del todo, y su rendimiento no fue el mejor. No estaba fino en la marca ni en la gestación de jugadas.
Bernardi se percató y lo reemplazó por Marcelo Benítez, para que se quedara como lateral izquierdo, y así, adelantar a Fabricio Angileri. Minutos después, decidió sacar del terreno de juego a Garro, que estaba extenuado luego de realizar un gran desgaste. El ingresante sería Facundo Silva, con la idea de tener más tiempo el balón y desequilibrar por la banda izquierda.
Con el correr de los minutos, el Millonario siguió siendo el que dominaba la posesión del balón, el Tomba no presionaba, no generaba peligro. Además, la zaga la de centrales estaba demasiado lenta y dudosa para marcar. Viera y Ortíz jugaron un partido para el olvido, no estuvieron sólidos en todo el encuentro y la incertidumbre abundó en ellos en ciertas jugadas claves, como en la del segundo gol de la visita. Errores infantiles.
La última variante del local consistió en el ingreso de Maximiliano Sigales por Javier Correa, que tuvo en sus pies el gol de su vida, pero se fue desviado. Posición por posición el cambio, pero el delantero uruguayo no tuvo mucha incidencia en el partido. La visita siguió dominando el encuentro y se llevó los tres puntos para Núñez, de forma merecida.
Baldazo de agua fría para la idea táctica de Bernardi. Olivarez no rindió en esa nueva posición, la defensa muy neutra. Lo rescatable del equipo fueron los atacantes, y como siempre, Rodrigo Rey.