“Este asunto, está ahora y para siempre en tus manos” pronunciaba hace tiempo -en Juguetes Perdidos-, un emblema del rock nacional. Y es que la música y el fútbol tienen mucho en común, ¿Cómo no lo tendrían? El arte es la búsqueda de sentido, es identidad. Lo mismo, con el club, con los colores: eso, los hinchas de Godoy Cruz lo saben mejor que nadie.
Es gracias a ellos que se hizo posible la vuelta al barrio, al Feliciano Gambarte. Entre acontecimientos históricos que hacían valer el esfuerzo desmesurado de quienes cimentaron el camino de la institución -éxitos, en algún momento, utópicos-, muchos aspectos identitarios fueron dejados de lado. Entre ellos, el sentido de pertenencia que, siempre, arropó calle Balcarce.
Hoy, la lucha por mantener vigente la memoria social, trajo consigo la sensación de estar -por primera vez, con resultados tangibles- cumpliendo el sueño. Jóvenes, agrupaciones, subcomisiones, socios y veteranos con un largo recorrido de amor y barro, pusieron, una vez más, manos a la obra: arreglando butacas, pintando, ilustrando y dándole color, se encargaron de embellecer el estadio trabajando sin detenimiento. Una vez más, arte, barrio e identidad.
Ocho días faltan para concretar la ilusión. Después de 16 años del último partido de local que jugó el Tomba en su cancha de manera oficial, la posibilidad de volver a casa está a la vuelta de la esquina. En simultáneo y en consecuencia al sacrificio de los hinchas, fue necesario que la dirigencia hiciera un esfuerzo económico para mejorar las condiciones de infraestructura: el arreglo del sistema luminario, la remodelación de los vestuarios, la resiembra del césped y la estructuración del sector de prensa.
El momento se acerca. Una semana y poco más. El 10 de abril frente a Arsenal. Palpitaciones crecen, pieles se erizan y el pueblo tombino sabe que, en este día, y cada día, “a Godoy Cruz lo hace grande su gente”.