Luego de una larga sequía, Salomón Rodríguez pudo soltar ese grito que llevaba tiempo reposando en su garganta y fue el encargado de dar vuelta el encuentro ante CADU.
Desde aquel agónico tanto al minuto 92 para sentenciar el 4 a 4 ante Lanús en el Malvinas Argentinas, que el delantero uruguayo no marcaba. Esa noche del 17 de abril había sido la última vez que una planilla tuvo su nombre en la lista de goleadores.
Pasó el tiempo y, con él, los partidos (9 para ser exactos). El atacante nacido en la Banda Oriental no conseguía reventar las redes y su frustración era notoria.
Tuvo un bajón en su nivel en algunos encuentros. Ingresó Larrosa y no se pudo sostener. Volvió Rodríguez a la titularidad y cerró buenas actuaciones (sin poder marcar).
En la goleada ante Boca, hizo una gran asistencia sin tocar el balón (al dejarla pasar) y fue importante en la victoria. Habló bien de él, que en una situación de mala racha, tuvo la templanza e inteligencia de dejar pasar una pelota dentro del área para que defina el compañero que llegaba más cómodo.
Como todo lo que uno da (generalmente) vuelve. Hoy se le presentó la oportunidad de volver al grito sagrado. Ante la ausencia del capitán, el número 20 no dudó en pedir el tiro desde los 12 pasos y fue el encargado de ejecutar.
Siempre se dice que delantero falto de confianza buscará asegurar el gol y pateará al medio. Eso hizo Salomón. El portero de Defensores Unidos respondió estirando sus piernas pero nada pudo hacer en la segunda pelota. La época de sequía finalizó.
A partir de ahora, con la mala racha sepultada en un tanto de rebote, esperemos que el joven atacante pueda ser aquel que nos conquistó en sus inicios y se amigue con el arco rival. Fundamental el hecho de que Rodríguez recupere su confianza y vuelva a alimentarse de aquello que le da de comer al 9, el gol.