100 años de aquel histórico 1 de junio de 1921. Miles de nombres han escrito el trayecto de un club nacido en la provincia de Mendoza.
Aunque, esta vez, la intención no es narrar una historia por de más conocida, ni centrarme en logros deportivos cientos de veces mencionados, ni de esos jugadores que dejaron huella. Hoy, el énfasis de la presente, se realizará en aquellos que (salvo contadas excepciones) no se destacan, pero siempre están allí.
El foco se va del balón, en segundo plano quedan los 11 titulares y de a poco nos acercamos al alambrado para ver detrás de él. Ahí estás vos, estoy yo, estamos todos, como cada fin de semana.
Es un fenómeno inexplicable el que se siente en las tribunas de un estadio, hermandad con ese desconocido que lleva nuestros colores, que comparte nuestro amor, que siente nuestra pasión, que llora en nuestras derrotas y que nos abraza en esas celebraciones.
A lo largo de este siglo el hincha vivió una gran cantidad de buenos y malos momentos, no es necesario nombrarlos, los conocemos porque son parte de nuestra historia.
El fanático del Tomba está loco, pero loco de amor. Esa locura que genera pintar un estadio a contrarreloj por el placer de ver volver al equipo, esa locura que implica ver planteles desarmados año tras año y seguir con ilusiones, esa locura que hace retumbar cualquier cancha sin importar la cantidad de personas que haya en ella.
Pero si de locos hemos de hablar, sería una falta de respeto ignorar al loco por excelencia, es así, hablo de Julio Roque Pérez. Una leyenda del fútbol argentino, posee tal vez la historia de romance más atractiva del deporte. Fue una viva imagen del amor, de la pasión, de la entrega, del sentimiento y del cariño hacia un club.
Por eso, y basándome en el gran ídolo, desde este humilde espacio, mi deseo es agradecerles a todos los hinchas. En esta centuria pasó de todo, ascensos, descensos, campeonatos, sufrimiento, alegrías, jugadores, dirigentes, ídolos, técnicos y demás. Pero ahí en la grada hay un grupo que siempre estuvo, que soportó presentes para el olvido por el simple hecho de amar los colores.
Esta nota es, o intenta, ser una carta de amor al hincha. En unos pocos párrafos se ha querido homenajear a todas las personas que se hacen llamar tombinos, a toda la familia bodeguera que se ve los fines de semana para alentar a los jugadores con la inherente esperanza de poder abrazar a algún desconocido mientras de fondo se escucha un grito al unísono: GOL.
Felices 100 años para ustedes, porque al Tomba…lo hace gran su gente.